Las mujeres, sus derechos y la democracia
‹ 09 / 04 / 2017 ›
Gustavo Meixueiro Nájera
Consejero Presidente del IEEPCO
Twitter: @gmeixueiro
El 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer, una fecha que busca visibilizar las problemáticas y obstáculos que tienen las mujeres y que les impiden tener igualdad de condiciones en todos los ámbitos. A pesar de los avances, es importante recordar que hoy en día las mujeres siguen enfrentando situaciones que les impiden gozar de los mismos derechos.
Tener igualdad de oportunidades para su desarrollo profesional y personal, participar de manera equitativa y libre en la esfera pública y en la toma de decisiones, y acceder al sistema de justicia, son algunos de los desafíos que se les presentan diariamente. Es por ello que en este espacio me gustaría reflexionar sobre cómo nosotros, como sociedad podemos trabajar en conjunto con las instituciones para avanzar en estos pendientes.
Ha sido gracias al trabajo de las mujeres y su organización que se lograron avances importantes en el reconocimiento de sus derechos. Sus exigencias hicieron que finalmente los Estados las reconocieran como ciudadanas y pudieran votar y ser electas. También han habido mejoras salariales y un trabajo importante para garantizar su derecho a la salud, educación y a vivir en ambientes libres de violencia; no obstante, los desafíos en muchos de estos aspectos continúan. El gran reto que tenemos es que la igualdad formal (o legal) que han conseguido se traduzca en una igualdad sustantiva (o material).
Me parece importante dar dos ejemplos de los nuevos desafíos que enfrentamos como sociedad para garantizar que las mujeres puedan gozar de sus derechos fundamentales. El primer ejemplo se ubica en ámbito político electoral; el segundo en el campo laboral.
Respecto del político electoral podemos analizar que el derecho al voto fue una primera batalla ganada, una muy importante, sin duda alguna, pero posteriormente resultaron nuevos obstáculos para que las mujeres pudieran acceder en igualdad de condiciones a los cargos públicos. Han tenido que abrirse camino para poder ser postuladas como candidatas por los partidos políticos. A pesar del apoyo diferenciado que tienen en las campañas y la escasa cobertura en medios de comunicación, las mujeres han logrado obtener triunfos, pero han tenido que defender su derecho a permanecer en los cargos. Muchas mujeres han tenido que desempeñarse como funcionarias en ambientes hostiles donde está presente la violencia política de género, lo que les impiden realizar sus tareas de manera libre y segura, como lo podría hacer cualquier otra persona.
Los casos de “Juanitas” son un ejemplo de las malas prácticas que fueron empleadas en detrimento de su participación; prácticas que tuvieron que ser limitadas con una ley que exige que la persona suplente de una candidatura debe ser del mismo género que la propietaria. Más aún, para garantizar la postulación de mujeres a cargos de elección fue necesario incorporar en la Constitución el principio de paridad, no como una sugerencia sino como una obligación. En este tenor, el Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana de Oaxaca (IEEPCO) ha diseñado acciones afirmativas que promueven que más mujeres participen en condiciones de igualdad en las elecciones locales. Los Lineamientos de Paridad aprobados para las elecciones de 2016, y ahora en 2018, buscan evitar que las mujeres sean postuladas por los partidos en espacios donde tienen menos oportunidades de obtener el triunfo.
El segundo ejemplo de nuevos obstáculos que enfrentan las mujeres tiene que ver con la vida laboral. Hasta hace algunas décadas, las mujeres tenían complicaciones para su incorporación a la cadena productiva. Después de exigir sus derechos consiguieron abrir espacios para trabajar; una primera barrera fue depuesta, pero luego surgieron nuevos retos para su desarrollo. Tener salarios diferenciados entre hombres y mujeres que realizan el mismo trabajo es un indicador de la desigualdad que prevalece en nuestros días. Además, de acuerdo con diversos estudios, las mujeres no pueden acceder a los cargos directivos en las empresas o instituciones, pues estos son ocupados en mayor medida por hombres.
Aunado a ello, la incorporación de las mujeres a la vida laboral no se tradujo en una disminución de las tareas en el hogar, lo que implica que tengan dobles o triples jornadas, elemento que también limita su desarrollo personal, profesional y de ejercicio de la ciudadanía. De acuerdo con datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) somos uno de los países con menor participación laboral de las mujeres derivado de obstáculos como: carga de trabajo no remunerado, permanencia de roles de género, prácticas laborales poco flexibles y escasa estructura de servicios para el cuidado de los niños.
Ante estos retos, es importante mencionar que tanto en el ámbito político como en el laboral los hombres podemos contribuir. En cuanto a la esfera pública es indispensable practicar los valores y principios democráticos como la igualdad jurídica y política que hay entre hombres y mujeres, la tolerancia, el respeto a las leyes y los derechos. Ser facilitadores del acceso a las mujeres a los cargos públicos, y no realizar acciones para desmotivar su participación es también nuestra responsabilidad.
Los hombres debemos entender que la política no es un espacio propio de un género; que el talento para ser electas y electos como representantes no corresponde “naturalmente” a los hombres; que la democracia representativa implica que todas y todos podamos ser parte de las discusiones públicas.
Respecto al ámbito laboral también nos corresponde ser aliados. Participar de las labores del hogar, ejercer una paternidad activa que permita que las mujeres puedan dedicarse a su desarrollo profesional y personal. Hay mujeres talentosas que no han tenido la oportunidad de desempeñarse en otros ámbitos por falta de oportunidades. Debemos distribuir las tareas de forma equitativa, porque también de esto se trata al democracia: de encontrar nuevas formas de relacionarnos y respetarnos.
El 8 de marzo es una fecha en la que merece que hagamos una reflexión para visibilizar las desventajas de género que aún prevalecen. Si hay más hombres luchando a lado de las mujeres para garantizar el ejercicio de sus derechos, los esfuerzos se multiplican. Por todo ello les invito a que seamos todos y todas participes de estos cambios favorables para nuestra sociedad. Cambios que son necesarios para poder tener mundo más equitativo, justo y en consecuencia más democrático. Porque sólo de esa forma podremos tener una mejor sociedad y un mejor país. Uno donde todas y todos seamos iguales.