Las campañas electorales y la responsabilidad de los candidatos
‹ 08 / 04 / 2018 ›
Gustavo Meixueiro Nájera
Consejero Presidente del IEEPCO
Twitter: @gmeixueiro
El pasado sábado 19 de mayo iniciaron las campañas políticas para las diputaciones locales. Las campañas políticas para las presidencias municipales iniciarán el próximo 29 de mayo. Ambas coincluirán el próximo 27 de junio. Durante ese periodo las y los candidatos a diputados y concejales podrán exponer ante la ciudadanía su plan de trabajo, posicionamiento en temas, postura ideológica, y así tratar de conseguir el apoyo de los electores.
Las campañas políticas son el espacio y herramienta que tienen las y los candidatos para poder convencer al electorado de que son la mejor opción dentro del abanico de posibilidades. Esta labor debe basarse en propuestas que permitan a la ciudadanía contar con información sobre el partido o candidato que quieren que lo represente. La elección de nuestros representantes populares es una decisión fundamental pues tiene que ver con programas de gobierno, políticas públicas y acciones que impactan la vida de las personas.
Una de las características no deseables que han tenido las elecciones en nuestro país en los últimos años, es la aparición de campañas negativas o campañas negras, entendidas como estrategias de comunicación focalizadas en destacar los puntos negativos y defectos de los oponentes. Más allá, en muchas ocasiones se acude a las calumnias, denostaciones, difamaciones, espionaje y demás prácticas que atentan contra los principios democráticos que deben guardar las contiendas electorales.
Ante este escenario, en la reformas electorales de 2007 y 2014 se prohibió la realización de campañas negativas en México. La ley señala que “En la propaganda política o electoral que difundan los partidos y candidatos deberán abstenerse de expresiones que calumnien a las personas”. El tema ha generado un intenso debate sobre los límites a la libertad de expresión, la sobreregulación y la calidad de la democracia en México. Pero me parece que lo que debemos considerar es la responsabilidad que debe tener la clase política con la ciudadanía en este tema.
Hay análisis de especialistas y académicos que mencionan lo peligroso que puede ser que las campañas políticas polaricen a una sociedad, y apuntan que descalificar al rival hasta llegar al punto de la intolerancia es un efecto no deseado no sólo en una contienda, sino en el propio sistema democrático. Tener una sociedad polarizada deja importantes secuelas, pues si bien las campañas políticas tienen un periodo de vida y culminan con un ganador o ganadora de la contienda, las consecuencias sociales de éstas pueden permanecer por largo tiempo en la población y representan una amenaza para la gobernabilidad y para nuestro sistema democrático.
Tal vez el ejemplo más claro de una sociedad polarizada es lo que actualmente se vive en Estados Unidos cuya población se encuentra dividida en un grado mayor de lo que había estado en las últimas dos décadas. Estudios de opinión pública realizados por instituciones como el Pew Research Center indican que los norteamericanos se posicionan ideológicamente en puntos opuestos, tienen valores políticos distintos asociados en gran medida a una división partidista entre republicanos y demócratas.
Este fenómeno se reforzó durante la elección del año pasado cuando Donald Trump y Hillary Clinton compitieron por la presidencia, en específico, cuando el entonces candidato Trump hizo declaraciones racistas en contra de diferentes grupos poblacionales que incluía llamados a impedir que los musulmanes entraran a Estados Unidos o detener la migración de mexicanos a través de la construcción de un muro en la frontera. Lo que caracterizó a la contienda norteamericana fue la radicalización en el discurso, la descalificación del oponente por pensar distinto y las opiniones inamovibles.
Tal vez lo que Trump no calculaba es que después de promover la polarización de la sociedad norteamericana tendría que ser su presidente. Gobernar una sociedad que tiene puntos de vista totalmente opuestos en casi todos los temas es una actividad muy complicada pues hay dos visiones sobre el tipo de país que se quiere, se tienen posiciones excluyentes en todos los temas como: migración, crecimiento económico, valores sociales, relaciones internacionales, políticas migratorias, seguridad etc, y poder elaborar un plan de gobierno con este escenario resulta muy complicado si la mitad de la población está en contra de lo que se proponga. Después de las elecciones en EEUU han habido manifestaciones públicas donde se enfrentan dos tipos de países, uno anti Trump y otro que apoya las políticas del mandatario.
Debemos entender que la polarización y las campañas negativas trascienden las preferencias ideológicas y las elecciones, pueden ser un factor de división social y representan una amenaza al sistema democrático, un sistema que se basa en valores como la pluralidad, la tolerancia y el reconocimiento de todos a participar en los asuntos públicos.
En estas elecciones, el reto para México y para Oaxaca debería ser evitar un escenario como el que vive el vecino del norte. Para ello, es fundamental que las y los candidatos a las diputaciones y a las presidencias municipales se comprometan con la democracia y que respeten la normatividad electoral. Es importante tambien que con sus mensajes no se fomente entre la ciudadanía la intolerancia o el rechazo a personas que piensan distinto. La convivencia entre ideas divergentes y el respeto a opiniones contrarias es fundamental para el desarrollo democrático de la entidad. Los candidatos o candidatas deben de reflexionar que, si el voto de la ciudadanía les favorece, serán representantes populares y gobernarán para todos, y no únicamente para quién votó por ellos o ellas.
En Oaxaca, durante esta etapa de campañas, será fundamental que quienes buscan un puesto de elección popular hagan que estas elecciones se centren en buscar convencer al electorado por medio de propuestas y debates públicos. Recordemos que la gran diversidad que existe en el estado nos ha enseñado que el debate de diferentes ideas y la tolerancia son una fuente de gran riqueza.
Finalmente, las y los ciudadanos debemos recordar que después de las elecciones del 1 de julio de 2018 volveremos a participar en las reuniones con familiares y amistades donde seguramente no todos compartirán las mismas preferencias electorales, veremos a amigos con ideologías distintas sin que ello tenga que representar necesariamente una ruptura entre nosotros. La responsabilidad de que tengamos una mejor convivencia social es de todos: autoridades electorales, partidos políticos, candidatos y ciudadanía. Entre todas y todos debemos cuidar nuestra democracia, un régimen de gobierno que nos ha costado mucho construir y fortalecer. Porque con ello podremos tener una mejor sociedad, un mejor país, y por supuesto un mejor Oaxaca.