Elecciones en EEUU: Las lecciones que nos deja
‹ 09 / 01 / 2017 ›
Gustavo Meixueiro Nájera
Consejero Presidente del IEEPCO
Twitter: @gmeixueiro
El próximo 08 de noviembre, Estados Unidos elegirá a la o el Presidente de ese país. Para analistas y actores políticos, observadores y autoridades electorales cada elección representa nuevos retos, ya que la dinámica social hace que los procesos de selección de los gobernantes tengan características propias.
En el caso de la elección estadounidense, me parece que vale la pena abordar dos elementos que han sido relevantes durante la carrera presidencial. El primero tiene que ver con el uso de las redes sociales; el segundo con la organización y desarrollo de los debates.
Las elecciones de este año en el país vecino han registrado datos históricos de interacción entre la ciudadanía, los medios de comunicación y las redes sociales. Muestra de ello es que el primer debate donde participaron la candidata demócrata y el candidato republicano, rompió el record de audiencia de estos encuentros, con más de 80 millones de espectadores que sintonizaron el evento. Además de la alta audiencia –comparable con las que se logran en eventos deportivos como el súper tazón- el debate fue comentado en las redes sociales por un gran número de cibernautas.
Pero el segundo debate registró un número de interacciones nunca antes vistas en dos de las principales redes sociales: Twitter y Facebook. Los tweets enviados el día de evento superaron los 17 millones.
La elección ocupó un papel muy importante en esa plataforma. Es decir, el debate público se trasladó a esta nueva arena de discusión y diversidad de opiniones en el que participan ciudadanas y ciudadanos de distintas ideologías e identidades partidistas.
Las redes sociales cobran un papel cada vez más relevante en las elecciones, sobre todo en países donde la cobertura de internet es muy alta, como en EEUU. Estos espacios no sólo sirven para que las y los candidatos expongan sus puntos vista y se comparta información; además, son una ventana abierta para que las y los aspirantes puedan conversar de manera más rápida y personal con el electorado.
En este sentido, un hecho que se vivió en ambos debates fue la verificación en tiempo real de la información que la y el aspirante dieron a conocer en los encuentros -fact checking-; con tweets, los usuarios de estas redes demostraban si los datos proporcionados por los aspirantes eran ciertos o no, un elemento que probablemente estará presente en las siguientes contiendas, pero que en esta elección ha sido una novedad.
Otro tema importante para estudiar son los debates. El formato de los mismos y cómo se organizan son un área de oportunidad para países como el nuestro que constantemente buscar hacer un mejor trabajo en el tema con el objetivo de que la ciudadanía conozca las propuestas de las y los aspirantes y pueda ejercer un voto informado.
A diferencia de nuestro país, en Estados Unidos los debates son organizados por una institución independiente, la Comisión de Debates Presidenciales, quien ha realizado esta tarea desde 1988. En México es el Instituto Nacional Electoral (INE) quién se encarga de realizar esta importante labor en las elecciones presidenciales.
La Comisión de debates de EEUU elige el lugar, moderador y temas que se abordarán. La confianza en su labor es tal, que los candidatos nunca han dudado de la imparcialidad de sus decisiones, por lo que tiene absoluta libertad para elegir los formatos que consideran mejores para informar a la ciudadanía.
El número de participantes es otra diferencia entre el país vecino y nosotros. En EEUU sólo pueden participar en los debates aquellos aspirantes que cuenten con un 15% de apoyo de la ciudadanía. Este apoyo es corroborado por los sondeos que las diferentes consultoras y universidades dan a conocer; ello, aunado a un sistema bipartidista, hace que se reduzca el número de invitados y que el formato pueda ser mucho más flexible y dinámico.
En México, el INE convoca a todas y todos los candidatos para que participen en los debates. Nuestro sistema multipartidista también se refleja en el número de participantes de estos encuentros. En la elección de 1994 donde por primera vez hubo un debate presidencial en México participaron tres candidatos; para el 2000 fueron seis los aspirantes que acudieron al llamado. En 2006 asistieron cinco candidatos y para 2012 participaron cuatro.
En Estados Unidos, el formato de los debates incluye la participación de periodistas que hacen preguntas muchas veces incomodas a los candidatos, sobre declaraciones polémicas o escándalos en los que se ven involucrados. En México la participación de los moderadores es mucho más acotada y los temas son previamente consensados con los participantes. Estas son algunas de las diferencias más importantes en el tema.
Por ello considero que la elección presidencial en Estados Unidos nos deja importantes lecciones sobre el impacto que las redes sociales pueden tener, así como de los diferentes formatos que existen de debates. Los sistemas democráticos deben hacerse de herramientas que incentiven la comunicación entre ciudadanos y candidatos y parece que estas dos han cumplido con su objetivo.
La cobertura de internet en México ha crecido en los últimos años, pasamos de tener una penetración de 21% en 2006 a 59% en 2016 (AMIPCI, 2016), esto indica que cada vez más personas acceden a internet. En este sentido, las redes sociales pueden ser una herramienta que ocupe un lugar cada vez más importante en los procesos electorales; si tanto ciudadanos como candidatos la utilizan para generar un intercambio de ideas e información, puede ser un espacio más para el debate público.