Oaxaca de Juárez, Oax.

Artículos de Opinión

Educación Cívica: una experiencia global

‹ 18 / 11 / 2018 ›

 

Gustavo Meixueiro Nájera
Consejero Presidente del IEEPCO

Twitter: @gmeixueiro

El Instituto Electoral del Estado de Querétaro fue editor del libro: Educación Cívica: una experiencia global. En la obra participan más de una veintena de autores de diferentes nacionalidades y disciplinas cuyo objetivo es describir y analizar buenas prácticas para fortalecer la cultura democrática en distintas regiones del mundo. En esta participación me propongo hablar de manera resumida de algunas de las experiencias que me parecieron más relevantes, así como de reflexiones para promover la educación cívica en nuestras sociedades.

Es importante conocer experiencias internacionales porque las instituciones y la ciudadanía podemos aprender de ellas; el libro en comento habla de programas iinstrumentados en Canadá, Sudáfrica, España, Ghana, Nepal, Guatemala, Japón, Jordania, Países Bajos, Reino Unido y por supuesto México, lo que representa una rica fuente de información.

El texto nos recuerda que la cultura ciudadana, al igual que la democracia, están en permanente construcción. Los países desarrollados, y los que estamos en vías de desarrollo, seguimos impulsando cambios sociales, culturales y fomentando valores que nos permitan vivir a todas y todos en un sistema de democracia no sólo electoral, sino sustantiva.

Otra reflexión resultado de esta obra es que en muchos países se ha apostado por crear instituciones especializadas en promover la educación cívica. Tal es el caso de la Agencia Federal para la Educación Cívica y de la Red de Educadores de Ciudadanía Europea; el Instituto Brasileño de Desarrollo de la Ciudadanía; ProDemos en los Países Bajos; la Comisión Nacional para la Educación Cívica en Ghana; la “Citizenship Foundation” en Reino Unido o bien los mismos Institutos Electorales en México, cuyas funciones además de realizar elecciones es promover los valores democráticos y la cultura cívica.

También debemos saber que promover la cultura cívica democrática es un proyecto de largo plazo. Implementar una serie de acciones encaminadas a modificar conductas sociales no puede ser algo calendarizado a unos meses. Por ejemplo, el programa canadiense “Midiendo lo importante (MLI)” es un proyecto a cinco años. El programa de formación política de Guatemala vio resultados después de 10 años de ser implementado. Fomentar, difundir y practicar valores democráticos de forma cotidiana es un compromiso de mediano y largo plazo y de mucho, mucho trabajo.

Fortalecer la cultura cívica no es una actividad en solitario, algo que es responsabilidad de una sola institución o del gobierno. Para cambiar nuestras sociedades es importante que se hagan alianzas estratégicas con instituciones gubernamentales, sectores de la sociedad civil, medios de comunicación, empresas, lideres sociales y culturales, etc. porque todas y todos debemos ser parte de este compromiso con los valores democráticos. Porque sólo de esta forma podremos ver avances con los años.

Sobre algunos casos en particular, me parece que el esfuerzo que hace Reino Unido es sobresaliente a través del programa “Juicios Simulados”, que enseña a los jóvenes cómo funciona el sistema de justicia legal y los conceptos básicos detrás del estado de derecho. La premisa es fundamental: la educación cívica pasa por conocer nuestros derechos y saber cómo ejercerlos. Este tipo de ejercicios me parece que pueden ser exitosos en nuestro país, pues pasamos de la idea de democracia y cultura cívica a la práctica y ello puede ser muy atractivo para las y los jóvenes.

Finalmente, me gustaría señalar que invertir en la cultura democrática tiene un impacto no sólo electoral. Tener mejores ciudadanas y ciudadanos contribuye a la reducción de los niveles de violencia, contrarresta lo que Thomas Krüger de Alemania denomina “la fatiga democrática”, fomenta el respeto a los derechos humanos, la diversidad cultural, el desarrollo sustentable, la paz; y por eso es tan oportuno seguir aprendiendo de programas que han sido efectivos en este tema.

Para la parte electoral, la ciudadanía sirve para elegir a las y los representantes, pero en lo social, tal como lo refieren las y los autores de esta obra, la ciudadanía implica igualdad e inclusión, respeto a las normas y leyes, y una mejor convivencia con la aceptación de diferencias, algo que sin duda alguna nos hace falta. Porque con una mejor educación cívica y el compromiso con los valores democráticos podremos tener una mejor sociedad, un mejor país, y por supuesto un mejor Oaxaca.