¿Para qué nos sirve la democracia?
‹ 18 / 09 / 2016 ›
Gustavo Meixueiro Nájera
Consejero Presidente del IEEPCO
Twitter: @gmeixueiro
Lograr que en México tuviéramos elecciones competitivas, equitativas y organizadas por instituciones autónomas fue un proceso largo, producto del trabajo y exigencia de la ciudadanía a la clase política. Hoy en día, seguimos realizando acciones para consolidar una democracia que nos ha costado a todas y todos tener, mejorar y fortalecer.
La democracia no debe ser entendida como algo abstracto, sino como un régimen político en el que decidimos vivir, el cual implica que la elección de nuestros gobernantes no es una imposición sino una decisión colectiva. Una decisión libre de la ciudadanía. Intentar mejorar el sistema de representación debe ser -por supuesto- siempre uno de nuestros objetivos, por ejemplo, a través de la rendición de cuentas y de la exigencia de leyes y políticas públicas justas que permitan que avancemos en el respeto de derechos y en una convivencia armónica.
Es verdad que la democracia no concierne únicamente a temas electorales; el régimen democrático debe buscar entre otras cosas una mejor sociedad y una adecuada convivencia entre la ciudadanía; combatir la desigualdad, reducir las brechas económicas y buscar el bienestar, el respeto de los derechos humanos y de la legalidad deben de ser prioridades de políticas públicas emanadas de un régimen democrático.
En el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Democracia, el cual se celebró el pasado 15 de septiembre, vale la pena reflexionar dónde estamos, de dónde venimos, cuánto hemos avanzado y cuál debe ser nuestra siguiente meta como instituciones, ciudadanía y como nación.
El reto de las instituciones es sin lugar a dudas seguir dotando de certidumbre y equidad sus decisiones; el apego a la legalidad es un mandato que debe ser cumplido a cabalidad, lo que hará que las instituciones sean cada vez más fuertes y la ciudadanía pueda confiar en ellas. Necesitamos cambios estructurales que no se dan per se con el proceso de democratización que hemos tenido, sino que son producto de seguir reglas establecidas y dotar de certidumbre las decisiones, independientemente del contexto o actores políticos.
Como ciudadanía, nuestra tarea tampoco es fácil, practicar los valores democráticos debe ser algo cotidiano que acompañe nuestras decisiones; actuar con civilidad respetando a los otros es una labor que sólo se logrará con conciencia y educación. En este sentido, la comunidad, las familias y nuestro entorno son piezas clave para poder cambiar actitudes discriminatorias, intolerantes y autoritarias que merman una convivencia de calidad.
Reconocer las diferencias, celebrarlas, dialogar, entablar una conversación pública deben ser principios que ejerzamos, de lo contrario, retrocederemos en el camino avanzado, un camino que indica que pensar diferente no es un obstáculo sino una oportunidad para el intercambio de ideas.
El ámbito nacional es tal vez el que más dificultades presenta para analizar nuestro avance en la democracia. Estamos orgullosos de ser mexicanos, de nuestras tradiciones y cultura, sin embargo, existe un gran descontento con la clase política, con nuestros representantes, al tiempo que existe poca participación de la ciudadanía en temas públicos más allá de los electorales.
Vale la pena reflexionar sobre lo que ha pasado en otras naciones, las reglas, mandatos, leyes y marcos jurídicos nunca serán garantía para contar con mejores democracias, no si la ciudadanía no actúa y cree que estas leyes fueron hechos por todas y todos y en este sentido respeta las reglas que nos damos. Ser buenos ciudadanos y ciudadanas implica no sólo asistir a votar, sino tiene que ver además con el involucramiento e interés en temas públicos, temas que nos deben importar a todas y todos.
Hemos avanzado mucho en el respeto a los derechos y el fortalecimiento del régimen democrático, sigamos por este camino, sigamos apostando por un régimen que reconoce las diferencias, y que encuentra en ellas, la oportunidad para construir una sociedad mejor. Una sociedad con una convivencia de calidad en donde valores democráticos como la tolerancia y el respeto a la legalidad son fundamentales para la reconstrucción del tejido social en la entidad.